ARTROSIS, Prótesis de cadera y Prótesis de rodilla

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ARTROSIS, Prótesis de cadera y Prótesis de rodilla: Por qué consultar al FISIOTERAPEUTA

En los últimos años, el número de personas que se someten a cirugía protésica de cadera y rodilla ha crecido enormemente. Las patologías degenerativas que más frecuentemente dan lugar a este tipo de cirugías son sin duda la coxartrosis (artrosis de cadera) y la gonartrosis (artrosis de rodilla). Sin embargo, también existen condiciones que pueden aumentar el riesgo de desarrollar artrosis: por ejemplo, operaciones previas para extirpar los meniscos o para reconstruir el ligamento cruzado anterior en la rodilla; o para la cadera sabemos que la displasia, la necrosis de la cabeza femoral, el pinzamiento femoroacetabular pueden conducir tempranamente a la solución quirúrgica en asociación o no con la presencia de fenómenos artríticos.

Una mejor y más amplia información de la población sobre estos temas ha permitido una interacción temprana con el médico y con los especialistas del sector que, con pruebas clínicas y con el apoyo de tecnologías de diagnóstico, pueden identificar problemas de este tipo desde una etapa temprana. etapas. .

¿QUÉ ES LA ARTROSIS?

La artrosis es una alteración degenerativa de una articulación, caracterizada por lesiones progresivas primero del cartílago articular y luego del hueso subyacente, con diversos grados de limitación funcional.

El cartílago es un tejido que permite el deslizamiento entre las dos cabezas articulares. Cuando se desgastan hasta el punto de desaparecer, los huesos de la articulación se mueven por fricción entre sí y se dañan. Esto provoca dolor, hinchazón y remodelación de los propios huesos y de todos los tejidos periarticulares.

El sistema nervioso no llega al cartílago y, por lo tanto, no puede causar dolor si se daña individualmente, por lo que la primera fase de la enfermedad es difícil de identificar. Muy a menudo la persona afectada comienza a sentir molestias sobre todo después de actividades físicas intensas/moderadas, en puntos bien localizados, tanto superficiales como profundos, con beneficio una vez restablecidas las condiciones de reposo. El dolor también puede estar en un área anatómica diferente a la articulación afectada, por ejemplo, la artrosis en la cadera puede causar síntomas en la rodilla o la espalda.

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En una fase posterior, el dolor se hace más intenso y más fácil de evocar, el reposo muchas veces no resuelve los síntomas, y la limitación funcional empieza a ser importante (dolor al caminar, subir escaleras, sentarse bajo, andar en bicicleta, etc…).

En la fase final, la más severa, el movimiento de la articulación se ve limitado en todos los planos, el dolor es generalizado, siempre presente e incluso, a menudo, se dificulta el descanso nocturno.

En resumen, por lo tanto, los principales síntomas son dolor, de tipo profundo, punzante, al principio intermitente luego, con el progreso de la artrosis, crónico y constante; limitación de las direcciones de movimiento de la articulación; rigidez por la mañana o después de una larga inmovilidad; duchas conjuntas; inflamación de los tejidos. Todo esto se traduce en las limitaciones funcionales mencionadas anteriormente.

¿CUÁLES SON LOS FACTORES DE RIESGO PARA EL DESARROLLO DE ARTROSIS?

En primer lugar, es necesario distinguir entre factores modificables y no modificables.

Entre los no modificables destacamos: género femenino (sobre todo a partir de los 55 años), edad avanzada, predisposición genética/antecedentes familiares.

Entre los modificables: sedentarismo, obesidad/sobrepeso, traumas pasados ​​(deportivos, accidentes, etc...), actividades laborales (trabajo pesado, repetitivo, posturas mantenidas, etc...).

Los factores modificables son importantes en la fase de recogida de datos y diagnóstico pero, desde el punto de vista fisioterapéutico, sobre todo para la educación de la persona sobre su problema específico y para el establecimiento y progresión del tratamiento.

EL PAPEL FUNDAMENTAL DE LA FISIOTERAPIA: TRATAMIENTO CONSERVADOR, PREPARACIÓN PRE-INTERVENCIÓN, REHABILITACIÓN POST QUIRÚRGICA

Aunque no tiene cura, al ser una enfermedad crónica con aumento progresivo de la degeneración articular, junto a la posible farmacoterapia, la fisioterapia tiene un papel fundamental, con diferentes objetivos según la fase en la que se encuentre el paciente.

En la fase inicial, la fisioterapia puede ayudar a la persona a comprender cómo cambiar su estilo de vida para retrasar el progreso de la artrosis.

Un estilo de vida más activo con ejercicio aeróbico de baja carga como la natación, el ciclismo, los aeróbicos acuáticos puede ser muy útil, también asociado con una reducción del peso corporal si el caso específico lo requiere.

Un análisis cuidadoso del fisioterapeuta con respecto a las posturas mantenidas y los movimientos repetidos durante el día, por ejemplo en el trabajo o en una actividad deportiva, puede sacar a la luz alteraciones en el sistema musculoesquelético que, si se corrigen, pueden reducir los síntomas dolorosos. Todo ello convirtiendo al paciente en protagonista de su camino hacia una mejor salud recomendando movimientos alternativos y posturas correctas, modificando las cargas tanto en el trabajo como en el deporte, proponiendo ejercicios terapéuticos para mejorar la fuerza y ​​la longitud/rigidez de los músculos, etc...

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Incluso en las etapas posteriores, cuando el tratamiento conservador no logra evitar las prótesis, es importante contactar a los especialistas en movimiento.

De cara a la cirugía, el fisioterapeuta podrá recomendar todos los cambios necesarios que ya se han descrito en la fase inicial, por importantes que sean para minimizar el estrés articular. Además se propondrán ejercicios con el objetivo fundamental de mejorar el tono y la fuerza muscular sin causar más dolor, con el fin de llegar con un sistema muscular lo más preparado posible para afrontar la intervención. De hecho, los estudios demuestran que quienes siguen un programa de fortalecimiento previo al reemplazo articular recuperan más rápidamente su autonomía y una calidad de vida comparable a la que tenían antes del inicio de los síntomas.

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Una vez realizada la cirugía, es necesario seguir un correcto proceso de rehabilitación. El fisioterapeuta podrá orientarte sobre cómo realizar las actividades diarias, por ejemplo, cómo levantarte y sentarte de una silla, caminar, subir escaleras, teniendo en cuenta las limitaciones del caso y utilizando la ayuda más adecuada para ti ( ejemplo, muletas) si es necesario en ese momento particular del viaje. También podrá ofrecerte ejercicios para la recuperación de la fuerza muscular, el equilibrio y la coordinación, así como técnicas y ejercicios para tener la máxima recuperación posible de los movimientos de la nueva articulación. Finalmente, podrá darte indicaciones sobre cómo gestionar de la mejor manera la vuelta a las actividades laborales, lúdicas y deportivas.

Si quieres saber más sobre el tema, no dudes en contactar con nosotros: preséntanos tu caso concreto para encontrar la solución ideal a tus necesidades.

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